La policía tuvo que entrar por la fuerza y secuestró varios objetos destinados a provocar dolor. La polémica respuesta del Arzobispado.
Efectivos policiales y autoridades judiciales allanaron el convento de las Hermanas Carmelitas Descalzas de Nogoyá, Entre Ríos tras la denuncia periodística de torturas a las religiosas y exinternas. El resultado del procedimiento parece de otra época aunque es actual. Secuestraron látigos, fustas y cilicios, un accesorio utilizado para provocar dolor o incomodidad en quien lo viste.
En el lugar viven 18 monjas que fueron entrevistadas. La denuncia tomó en cuenta el testimonio de religiosas que fueron residentes del lugar. El fiscal Federico Uriburu dijo que no hubo detenidos y explicó que, tras las entrevistas, «realizadas por el médico de la policía, se constató que no había lesión física que amerite una internación».
El juez indicó que para allanar el convento, la Policía tuvo que hacer uso de la fuerza ante la resistencia que opuso la madre superiora. Los instrumentos de tortura secuestrados fueron entregados voluntariamente por las religiosas. Uriburu adelantó que investigarán «si hubo agresiones y si éstas fueron «producto de una elección libre o de una voluntad viciada».
LA RESPUESTA DEL ARZOBISPADO
El vocero del arzobispado de Paraná, Ignacio Patat, reconoció que la autoflagelación «está permitida» en las reglas de las carmelitas del convento de Nogoyá. Además, dio una polémica explicación sobre las denuncias: «No es castigo, sino disciplina».