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Máxima tensión entre China y Taiwán: el riesgo de una guerra

Un reciente artículo de la revista Foreign Affairs asegura que Xi Jinping está preparando aceleradamente a China para recuperar Taiwan por la fuerza, e ir a la guerra si fuera necesario. Un conflicto que si escalara, podría involucrar, además de a los Estados Unidos, a Japón, Australia y el Reino Unido.

Desde la consolidación del poder de Xi Jinping, que inicia su tercer período como secretario general del Partido Comunista Chino y presidente del país, la política de Beijing con respecto a Taiwan dio un giro evidente.

La retórica de los diplomáticos chinos se volvió cada vez más agresiva, en espejo con la riesgosa decisión de la administración Biden de sembrar dudas sobre la “ambigüedad estratégica”, la histórica posición de los Estados Unidos que desde 1979 evita alentar la independencia de la isla y discutir el principio de “Una sola China”, piedra angular de las pretensiones soberanas chinas sobre Taiwán.

Las señales de que China estaría cada vez más dispuesta a utilizar la fuerza para tomar la isla autonomista aumentaron en frecuencia e intensidad.

El último episodio que incrementó las tensiones del triángulo que forman Beijing, Taipei y Washington fue la reciente reunión de la presidenta de Taiwan, Tsai Ing-wen, con el presidente de la Cámara Baja estadounidense, Kevin McCarthy, en Los Angeles, una situación similar a la visita de Nancy Pelosi a la isla en agosto de 2022.

Como hace 8 meses, China respondió con gestos: una operación de patrullaje e inspección de buques civiles en el estrecho de Taiwán, justo en el límite de las aguas territoriales.

Unos días antes, el portaviones chino Shandong se había posicionado a 200 millas náuticas de la costa taiwanesa.

En enero de 2024, Taiwán celebrará elecciones, y aún no está claro si el independentista Partido Democrático Progresista de Tsai logrará retener el poder, o su principal opositor, el Kuomintang, más cercano a China, podría imponerse.

En este marco pre-electoral, se produjo la visita del ex presidente Ma Ying-jeou, del partido Kuomintang, a China, la primera de una figura política taiwanesa de alto perfil desde 1949.

Ma, partidario de un acercamiento a Beijing, enunció lo que muchos perciben: que la guerra es una posibilidad concreta si Washington y el actual gobierno de Taiwán persisten en desafiar a los chinos.

Un reciente artículo de la revista Foreign Affairs asegura que Xi Jinping está preparando aceleradamente a China para recuperar Taiwan por la fuerza, e ir a la guerra si fuera necesario.

Una guerra que si estallara, podría involucrar, además de a los Estados Unidos, a Japón, Australia y el Reino Unido.

La nota enumera las señales de estos preparativos: el anuncio de un incremento del 7,2% del presupuesto militar, que fue en 2022 de 230 mil millones de dólares, acercándose al 2% del PBI chino.

Pero también la construcción de refugios antiaéreos y de un nuevo hospital de guerra en la provincia de Fujian, frente a Taiwán, y la apertura de oficinas de reclutamiento en todo el país, como parte de una política denominada Movilización de Defensa Nacional, junto a una mayor agilidad en la disponibilidad de reservistas y potestades especiales a la justicia militar en caso de guerra.

Además, la obligación de que las empresas del sector privado contribuyan activamente a la modernización de las fuerzas armadas chinas.

Todas estas medidas parecen indicar que Xi Jinping tomó nota de los problemas de Rusia en Ucrania con respecto al reclutamiento y las necesidades logísticas de una guerra prolongada.

Esta nueva actitud de Beijing aparece también en el discurso del presidente chino, quien fijó como objetivo de esta nueva etapa, la “reunificación de la patria”.

Xi quebró además el tabú de no mencionar directamente a los Estados Unidos como amenaza para China, un movimiento discursivo simétrico al que adoptó Washington hace tiempo, y que Biden profundizó.

Ambas potencias se reconocen ahora mutuamente ya no como competidores sino como enemigos estratégicos que luchan por el mismo objetivo, la hegemonía global.

El giro chino no implica que una guerra sea inevitable ni inminente. Pero la línea roja en torno a Taiwán parece cada vez más delgada

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