El tránsito por los caminos clandestinos rebalsó los controles de Gendarmería. Cerraron el paso internacional de Salvador Mazza.
Se estima que en la Argentina hay más de 840 pasos clandestinos en sus 9376 kilómetros de frontera. Dos de los más activos se encuentran en Salta, especialmente, en las ciudades de Salvador Mazza y Aguas Blancas. Con la llegada la pandemia ahora cobran un nuevo significado: se configuran como lugares de ingreso del COVID-19 fuera de los radares del Estado. Ante esto, el Gobierno ordenó el despliegue del Ejército para reforzar la zona.
Aunque son el principal acceso al país del contrabando, del narcotráfico y la trata de personas, al igual que sucede en otros puntos del mapa argentino, como en Puerto Iguazú (Misiones) y la Quiaca (Jujuy), gente que no está ligada a ningún delito utiliza estos senderos para pasar de un país a otro de manera habitual. Tanto que hace tiempo se convirtió en una costumbre.
En primer lugar, lo hacen porque es más fácil y rápido: lo pueden hacer caminando, sin las demoras de los trámites en Migraciones. Claro, de forma ilegal.
Los uniformados que vigilan esos senderos saben que pueden ser violentos si les impiden el paso.
Ese trabajo informal es el único sustento de muchas familias en ambos lados del paso conocido como «Los Gomones». El nombre se debe al transporte más usado por los «bagayeros» para pasar la mercadería ilegal de un lado a otro del río Bermejo sin el permiso del Paso Internacional Puerto Chalanas.