Las pymes familiares del sector, en crisis desde hace más de una década, están atadas a márgenes de rentabilidad fijadas por las petroleras.
Con la cuarentena y las restricciones impuestas para la circulación, la demanda de combustibles cayó a niveles inéditos, nunca registrados. Según datos de la Confederación de Expendedores (Cecha), a nivel nacional marcó un promedio del 47,4%, con especial incidencia de los productos premium, que se derrumbaron hasta un 76%.
En Entre Ríos, de acuerdo con el informe el consumo de nafta súper cayó un 63,4%, y un 71% en el caso de la premium. Mientras que el gasoil bajó un 18% sus ventas, y su opción premium, un 32%.
Frente a las variaciones en las últimas semanas, en el mundo, y para mitigar la diferencia de precio que pedían las petroleras, que querían aumentos el año pasado -fueron congelados los precios-, cuando el crudo estaba en 62 dólares, el Gobierno determinó el nuevo monto.
Ello para que las petroleras que extraen el crudo, como YPF y en parte Axion. Y por pedido de las provincias productoras que cobran las regalías. “Hubo una gran puja para el costo del barril dentro del país y la semana pasada se fijó en 45 dólares. Eso trae aparejado el problema de la frazada ‘corta y fina’; se la tira para un lado y están conformes las provincias y quien lo extrae, pero para al que compra y refina no le cierra para mantener el precio del combustible en los niveles que está. Con ese valor de 45 dólares, nuestras proveedoras tienen menos posibilidades de darnos un salvataje o incremento de comisión para zafar en esta situación. Nosotros estamos en el medio y con un problema que no cierra si no se modifica el margen de comisión, porque no se producirán incrementos de ventas”, reflexionó.up