El flamante presidente, que tendrá mandato hasta fin del 2026, aseguró que su asunción es la «victoria de la democracia» ante las «amenazas» de los sectores de la derecha que aún no reconocen su triunfo.
Según marca el protocolo, el presidente saliente es el encargado de pasar la banda a su sucesor, pero Bolsonaro, quien sigue sin reconocer su derrota en las urnas, decidió no participar en los actos de investidura y viajar a Estados Unidos sin previsión oficial de vuelta.
Lula subió la rampa del Palacio de Planalto, en Brasilia, pero en lo más alto no esperaba Bolsonaro.
En su lugar, ascendió a la parte alta del palacio presidencial acompañado por un grupo de personas que “simbolizan la riqueza y la diversidad del pueblo brasileño”, entre ellos, un niño, afrodescendientes, mujeres, personas con discapacidad y el conocido líder indígena Raoni Metuktire.