El papa Francisco oró en silencio ante el memorial que recuerda a las víctimas del genocidio armenio de comienzos del siglo XX, y conversó con algunos descendientes de armenios refugiados por el Vaticano por aquel entonces.
Francisco, de viaje apostólico a Armenia hasta mañana, llegó al complejo conmemorativo junto al patriarca de la Iglesia Apostólica armenia, Karekin II, y ambos fueron recibidos por el presidente de la República, Serge Sargsián.
Tras recorrer a pie unos cien metros, el Papa depositó a los pies del memorial una corona de flores blancas y amarillas, los colores del Vaticano, con una banda que rezaba «en honor de los mártires».
Fue entonces cuando Francisco permaneció algunos minutos rezando en silencio y sumido en el recogimiento.
Después el papa y Karekin II accedieron al monumento, de planta circular, y se situaron frente a la llama perenne que conmemora a las víctimas del «genocidio» y depositaron algunas flores más ante el fuego.
Ambos líderes religiosos pronunciaron sendas oraciones de intercesión ante la llama y posteriormente asistieron a un concierto de «duduk», un instrumento de viento tradicional del país.
El papa también firmó en el libro de honor del complejo, en el que escribió: «Aquí rezo, con dolor en el corazón, para que nunca más se den tragedias como esta, para que la humanidad no olvide y sepa vencer el mal con el bien».